Amados hermanos.
En el Salmos 130:1-2. Dice lo siguiente: “De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo. Señor, oye mi voz; estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica.”
Una de las cosas que encanta de Jesús, es que conforme los relatos de su ministerio, siempre estaba atento a las necesidades de los desposeídos, enfermos y atribulados. Atendió a las mujeres que acudieron a él con sus pequeños hijos, atendió al paralítico de Betesda, escucho con atención al leproso y lo sano. Detuvo su paso y atendió a la súplica del ciego Bartimeo y le sano de la vista.
Hoy seguimos declarando que Dios está presente por tal razón, Tengamos la seguridad que siempre nos sigue escuchando. No importa por lo que estemos pasando en este momento o quizá cuan hondo nos encontremos en el abismo de la vida, confiemos en las promesas que Dios tiene escritas en su palabra. Mantengamos la mirada fija en Jesús, y clamemos a Dios en oración y mantengamos la comunión diaria con él, hasta que nos diga: ¡Ve tu fe te ha salvado! Caminemos a los pies de nuestro Padre celestial y pidamos sabiduría para poder entender qué es lo que él quiere de nosotros. Y de esa manera poder cumplir el propósito que Dios tiene para cada uno.
Dios te bendiga en este día.
Toma un tiempo para orar.
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