Amados hermanos.
En Mateo 2:11 dice lo siguiente: “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.”
La fragilidad y la dependencia de un recién nacido dirigieron mi pensamiento hacia este niño recién nacido que estuvo acostado en un pesebre humilde hace más de 2000 años y que lo describe este versículo de Lucas. Los ángeles maravillados, habían anunciado a los pastores, diciéndoles: “Hallareis al niño envuelto en pañales acostado en un pesebre (Lucas 2:12).
Los ángeles y todos los que le visitaron y contemplaron en la humilde condición de este pequeñito que acababa de nacer, y en condiciones de mínimo confort dependía de los cuidados de su madre.
Sin embargo, Él había creado el sol, la luna y las estrellas, así como a los hombres y a todas las maravilla del universo.
Qué gran humildad “hubo en Cristo Jesús, el cual siendo en forma de Dios, no escatimo ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y estando en la condición de hombre, se humillo a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Fil.2:5-8).
Cuando El nació, brillo la estrella de paz, los ángeles cantaron y el universo se estremeció.
Que esa extraordinaria experiencia nos ayude a nosotros a reconocer la humildad con la cual nuestro Salvador nació.
Aunque sabemos que el no nació en esta fecha específica, pero lo importante es que él nació y gracias a Jesús hoy tenemos salvación y vida eterna.
Dios te bendiga en este día.
Toma un tiempo para orar.
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