Amados hermanos y hermanas.
En el Salmo 5:1-3 dice lo siguiente: “Atiende, SEÑOR, a mis palabras; toma en cuenta mis gemidos. 2 escucha mis súplicas, rey mío y Dios mío, porque a ti elevo mi plegaria. 3 por la mañana, SEÑOR, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedo a la espera de tu respuesta.” (NVI)
En más de una oportunidad en mi calidad de pastor, escuche la expresión: “Entre nosotros no hay comunicación.” Y eso significaba que había un diálogo de sordos, no se escuchaban ni se atendían sus inquietudes. Siempre pienso que eso es terrible, nosotros naturalmente queremos comunicarnos y ser escuchados. Si hay algo que podemos establecer como creyentes en nosotros, es la seguridad en que Dios escucha y atiende nuestros lamentos. Podemos abrir nuestro corazón y nuestra mente para que habite y reine en todo nuestro ser. El escucha nuestra oración y nos da la paz y nos enseña a ser pacientes al igual que lo expresa el salmista en los versículos que les estoy citando. Pues hay días en que nos sentimos solos y desmoralizados por los problemas que estamos viviendo a nivel personal, familiar y social. Hay muchas interrogantes que están en nuestra mente, muchos temores, por tal razón, clamemos con mayor intensidad y busquemos más del Señor. Unámonos al salmista “Atiende, SEÑOR, a mis palabras; toma en cuenta mis gemidos. 2 escucha mis súplicas, rey mío y Dios mío, porque a ti elevo mi plegaria. 3 por la mañana, SEÑOR, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedo a la espera de tu respuesta.”
Dios te bendiga en este día.
Toma un tiempo para orar
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