Amados hermanos y hermanas.
En Juan 14:27 Jesús dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”
Aparentemente, la vida de Jesús fue la más inquieta que jamás se haya vivido; entre la tempestad y el tumulto, y entre el tumulto y la tempestad.
En el acontecimiento de toda clase de olas, a toda hora, y eso no cesó jamás hasta que su cuerpo cayó desplomado y fue colocado en una tumba. En contraste con lo que fue su vida como en un torbellino, su vida interior fue un plácido mar de cristal, siempre había una gran calma. En cualquier momento se podía acudir a Él y encontrar descanso los despreciados, enfermos, angustiados, lisiados, endemoniados y en medio de la muerte las personas encontraban paz al acercarse a él. Y aun cuando los sabuesos humanos estaban persiguiéndole por todos lados donde él estaba. Pese a eso, en un momento volvió su mirada a sus discípulos y no hizo otra cosa que hablarles con amor y ofrecerles un legado diciéndoles: “La paz os dejo, mi paz os doy” Con esto podemos concluir que el descanso no es un sentimiento santo que recibimos al participar de una vida congregacional, sino la seguridad plena de estar cerca de Jesús el Señor en quien podemos descansar en su paz.
Dios te bendiga en este día.
Toma un tiempo para orar.
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