Amados hermanos y hermanas.
En Deuteronomio 32:39 dice lo siguiente: “”¡Vean ahora que yo soy único! No hay otro Dios fuera de mí. Yo doy la muerte y devuelvo la vida, causo heridas y doy sanidad. Nadie puede librarse de mi poder. (NVI)
Cuando yo era un niño, me gustaba ir a los circos. En una de esas, me aprendí el poema sobre el toni y en una de sus partes dice: “…con su sonrisa fingida, tiene penas que ocultar y si el toni pudiera hablar y contar sus amarguras, aun las almas más duras podrían con el llorar…” A veces tenemos heridas disfrazadas, ocultas bajo la piel, que a la vista de otras personas no se perciben. Nuestro rostro no acusa nuestro dolor que va por dentro y la amargura del alma está en silencio dentro de nuestro ser. Pero está claro que nada podemos ocultar ante la profunda mirada de Dios, nuestro Padre que solo quiere sanar nuestras heridas que nos a causado la vida. Para eso tenemos que acercarnos ante el trono de la gracia, arrepentirnos, pedir perdón para que por su misericordia sane nuestras heridas que están bajo la piel. No hay escape ante su poder, no hay lugar donde puedas ocultar tu pena y tristeza, la cual el Señor cambiará por gozo y consuelo a tu vida. Dios traerá alegría y sanidad a tu espíritu transformando tu vida en una vida nueva, llena de esperanza. Por tal razón, debes volver tu mirada a Cristo como tu Señor y Salvador y crecer en esa experiencia muy personal. Jesús nos dice en Juan 10:10: “El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.”
Dios te bendiga en este día.
Toma un tiempo para orar.
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