Amados hermanos.
En Mateo 21:12-14 dice lo siguiente: “Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; 14 Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó.”
Conforme el evangelio de Mateo nos encontramos con Jesús a continuación de la Entrada Triunfal a Jerusalén. Aquí en estos versículos vemos a Jesús en un momento de IRA Y AMOR verdaderamente, sin quitarle ni ponerle, Jesús está muy enojado. Aquí hay que decir dos cosas: Había muchos comerciantes y usureros en el atrio del templo, pero también había muchos que buscaban a Dios de corazón. Jesús nos muestra la más violenta manifestación de su ira dirigida contra los que explotaban a sus semejantes, y especialmente contra los que los explotaban en el nombre de la religión. Aquí Jesús nos muestra que Su ira se dirigía especialmente contra los que les hacen imposible la vida a las personas sencillas que quieren rendir culto a Dios. Algunos por lo menos deben de haber ido con un profundo anhelo en sus almas para orar y de adorar a Dios. Pero en medio de ese rugido de comprar y vender y regatear y ofertar, la oración era imposible. Se les impedía entrar a la presencia de Dios a los que la buscaban en la Casa de Dios. Dios nunca estará del lado de los que les hacen imposible a otros adorarle. Puede suceder todavía. Un espíritu de amargura, de discusión, de rivalidad, se puede introducir en la iglesia haciendo imposible la oración y el culto. Tengamos siempre presente que la ira de Jesús fue y será contra lo que les bloqueaban a sus semejantes el acceso a Dios. Aún nos queda otra cosa que notar de estos versículos. Este pasaje termina diciéndonos que Jesús en esa misma ocasión sanaba a los ciegos y a los cojos en el atrio del templo. Todavía estaban allí; Jesús no echó del templo a todo el mundo. Solamente los que tenían conciencias culpables huyeron ante su mirada airada. Los que necesitaban a Jesús, se quedaron. El nunca despide al que está en necesidad y menos con las manos vacías. Quedémonos con esta gran enseñanza de Jesús.
Dios te bendiga en este día.
Tome un tiempo para orar.
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