Amados hermanos.
En Marcos 7:34 dice lo siguiente: “Luego, (Jesús) mirando al cielo, suspiró profundamente y le dijo: «¡Efatá!» (Que significa: ¡Ábrete! 35 Con esto, se le abrieron los oídos al hombre, se le destrabó la lengua y comenzó a hablar normalmente”. (NVI)
Jesús previamente a un milagro en varias ocasiones eleva sus ojos al cielo y expresa una oración, unas palabras de alabanza o una breve enseñanza, pero nunca un suspiro. Pero este versículo dice que hizo una pausa, alzó la vista al cielo, y suspiró. Podemos imaginar que de las profundidades de su ser fluye un torrente de emoción que decían más que las palabras. Un suspiro de gratitud por tener la bendición de poder ser de ayuda a un necesitado. “Suspiró”, pareciera que esta palabra estuviera fuera de lugar. Nunca imagine a Jesús suspirando. Yo podía imaginarme a Jesús como un ser que imparte órdenes. Podía imaginarme a Jesús como un ser que llora. Podía imaginarme a Jesús calmando la tempestad y reprendiendo al viento. Podía imaginarme a Jesús expresando amor por los pecadores sin esperanza Podía imaginarme a Jesús llamando a los muertos y ordenándoles que salgan de la tumba, pero… ¿Jesús suspirando? Si, así es, Hoy sigue suspirando por ti, por los que no oyen o no quieren oír y por todos los que requieren de un milagro de parte de Él.
Dios te bendiga en este día.
Tome un tiempo para orar.
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