Amados hermanos y hermanas
En 2 Corintios 1:8-9 dice lo siguiente: “Hermanos, no queremos que desconozcan las aflicciones que sufrimos en la provincia de Asia. Estábamos tan agobiados bajo tanta presión que hasta perdimos la esperanza de salir con vida: 9 nos sentíamos como sentenciados a muerte. Pero eso sucedió para que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios, que resucita a los muertos.” (NVI)
Ya se los he dicho: “Nosotros los cristianos no estamos exentos de sufrientes y problemas.” De acuerdo con las palabras de Jesús: “…los vientos soplaron con ímpetu contra las dos casas, con la diferencia que la que estaba asentada sobre roca no cayo…” (Mat. 7:24)
No estamos libres de las tormentas con la gran diferencia que, si estamos sobre la roca que es Cristo, vamos a resistir. Los sufrimientos y las dificultades nos hacen comprender el valor de la vida. Cada vez que hemos pasado por medio de una prueba difícil, eso viene a ser como un nuevo principio; aprendemos lo mucho que vale una dura experiencia y en calidad de creyentes la utilizamos de una mejor manera en bien de la obra del Señor y nuestro semejante. Las dificultades y sufrimientos mis amigos nos ayudan a comprender las duras pruebas que otros experimentan y nos ponen en condiciones de poder ayudar y empanizar con ellos. En otras palabras, nuestras experiencias tristes, nos sensibilizan frente al sufrimiento que otros están pasando. De alguna manera necesitamos las pruebas y los sufrimientos para que nos impulsen a marchar hacia delante. Les dejo con esta máxima de un hombre sabio: “Los ojos que han sido bañados con lágrimas, brillan con una luz más pura y clara.”
Dios te bendiga en este día.
Toma un tiempo para orar
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